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Reflexiones en torno al nacionalismo

 

 

Javier ELZO

(Catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto)

Nacionalismo en tiempos de mutación


  

   La globalización y mundialización de la sociedad de este final de milenio tiene como cara opuesta la atomización e individualización de los individuos.

   Por un lado se habla de la "Tierra Patria" (Morin), de la "aldea global" (McLuhan) al mismo tiempo que otros insisten en la "sociedad individualizada" (Inglehart), en la fragmentación social, cultural y hasta personal (todos los pensadores postmodernos). En medio están los ciudadanos que, según unos volverían a una suerte de neotribalismo (es de buen tono citar aquí a Maffesoli) cuando no a una nueva configuración en clanes (y cito aquí un librillo que hay que leer: "Le retour des clans", Havas Advertising, Denoel 1997). En un plano más político, otros, como John Naisbitt, en un libro curiosamente   no traducido al español, titulado The Global Paradox, pronosticaba, el año 1994, el rompimiento de muchos estados, no tanto por elevación conformando "supraestados" (la Unión Europea es el ejemplo más cercano a nosotros) sino porque los estados actuales se están rompiendo ("la nación estado está muerta", dice) en países más pequeños y eficientes.

   Yo creo que todos tienen su punto de razón pues nos encontramos en un momento de mutación histórica, como ocurre de ciento en viento. La mutación de Occidente, hoy, es parangonable, mutatis mutandi, con la de la revolución comunista de la segunda década de nuestro siglo, con la revolución industrial de mediados del siglo pasado y con la revolución francesa de finales del siglo XVIII por citar los tres más próximos en el tiempo y en el espacio de la sociedad europea. Estos son tiempos de incertidumbre y de inseguridad en lo personal, en lo social, en lo político, en lo institucional. Parecería que no hay referentes y que todo anda a la deriva.

   Pues bien, es en este marco donde sitúo yo la actual andanada antinacional vasca en la que estamos inmersos. Parecería como si el mundo fuera a hundirse si mañana una mayoría emergiera en el territorio vasco (el que fuera, con Navarra y sin Navarra, con Iparralde y y sin Iparralde, con Alava y sin Alava, o con otros conglomerados cuyas fronteras no se correspondieran necesariamente con las que ahora forman las provincias o territorios históricos) que decidiera andar por libre, independiente, con lo que independencia quiera decir hoy en este mundo globalizado. Por ejemplo, como Eslovenia, por citar un caso con el que últimamente la Comunidad Autónoma Vasca parece tener una cierta cercanía y relación.

  Pero no nos engañemos. No será a base de responder a las andanadas antinacionales vascas con otras andanadas antinacionales españolas como vamos a salir adelante. Saldremos adelante, como pueblo vasco, no por excluyente diferenciación de los demás sino por afirmación de lo propio, en su dimensión histórica, presente y futura, en los ámbitos de lo cultural, industrial, tecnológico, comercial, etc. sin temor alguno a internalizar lo mejor de lo que nos puedan ofrecer los demás, especialmente su presencia entre nosotros, asimilándolos, con su propia personalidad, a nuestro proyecto específico, esto es, una Euskalherria lo más autónoma posible en una sociedad globalizada, en la que la independencia política es una perspectiva tan válida como cualquier otra. Sólo una Euskadi fuerte, puntera, segura de sí misma, con un elevado grado de cohesión social y con un nivel de identificación nacional mayoritario y uniformemente repartido podrá entrar en el siglo XXI sin riesgo de diluirse en la sociedad globalizada.

   Pero eso exige, en lo ideacional, lucidez y tenacidad en el Proyecto al par que acomodación continua a los nuevos datos geoestratégicos y, en lo personal, trabajo, esfuerzo, dedicación, estudio, mucho estudio, con personas dispuestas a salir fuera a pelearse en un mundo muy competitivo donde la incompetencia es letal.

   Exige, también, construir una sociedad vasca en la que los conciudadanos que, por mor de la tan deseada abolición de las fronteras, con la lógica consecuencia de la multiculturalidad y multietnicidad con siguiente, decidan vivir entre nosotros, se sientan no sólamente a gusto, sino deseosos de compartir nuestro propio y autónomo proyecto de miembros de un viejo pueblo que quiere ser dueño de su destino en el futuro.

  

 


 

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